Por Daniel Francisco
Solo un 0,55% de los 750.193 perceptores de ayudas directas de las Política Agraria Común en 2016 tenían menos de 25 años, según los datos analizados por el Fondo Español de Garantía Agraria. Se considera joven agricultor a una persona entre los 25 y 40 años. En efecto, el índice es bastante generoso aumentando el rango de edad hasta los 40 años. Aún así en España no superan el 9% del total de personas que se dedican a la actividad agraria.
En Castilla y León, comunidad autónoma mayoritariamente agraria y ganadera la situación es similar a la del país. ¿Por qué se da esta situación? Vivimos en una sociedad que tiende a despreciar al mundo rural y sus costumbres, cariturizándolo a base de prejuicios. La rueda económica gira en torno a las ciudades, al consumo, la costumbre de tener todo al alcance de tu mano.
Un joven que vive en un ambiente rural está familiarizado directa o indirectamente con el modo de vida del sector primario y a la vez ve la necesidad de abandonar su casa en busca de mejores oportunidades en ese idílico ambiente metropolitano. Empezar una carrera universitaria, trabajar en una fábrica, de camarero…comenzar una nueva vida lejos del pueblo.
La solución parece clara, dinamizar la actividad económica en nuestros pueblos promoviendo la supervivencia de los mismos, ofreciendo políticas agrarias de calidad que hagan que la agricultura sea una opción viable para los jóvenes y de la que poder presumir orgullosos.

